viernes, 10 de junio de 2011

¿Por qué la comunión con el Espíritu Santo?

2ª. Corintios 13:14

Introducción:

La regeneración o nuevo nacimiento es lo primero, luego para el creyente es la promesa del Padre o derramamiento del Espíritu según lo que dice Joel 2:28. Todos los que en Hechos recibieron la promesa del Padre hablaron en otras lenguas según el Espíritu les daba que hablasen y además se manifestó el don de profecía. Hablar en lenguas no es en sí mismo la plenitud del Espíritu, pero como lo confirman las Escrituras, las lenguas son la señal externa sin excepción, entre otras, siempre presente de que una persona ha sido bautizada en el Espíritu Santo y ha recibido poder para testificar de Cristo.


1. Da órdenes e instrucciones. Porque al igual que los apóstoles de la iglesia primitiva debemos trabajar bajo sus órdenes y en colaboración con él. En los Hechos leemos que aunque a Pablo Dios lo uso tremendamente también se apresuro a actuar por su celo en predicar:

“Y atravesando (pablo y Silas) Frigia y la provincia de Galacia, les fue prohibido por el Espíritu Santo hablar la palabra en Asia; y cuando llegaron a Misia, intentaron ir a Bitinia, pero el Espíritu no se los permitió” (Hechos 16:6,7).

Esto nos enseña que:

a) Siempre debemos buscar la dirección del Espíritu Santo.

b) Y a tener un espíritu dócil y quebrantado que él pueda guiar.

2. Nos trae santidad y nos ayuda en nuestras debilidades:

“Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles” (Romanos 8:26).

a) Cuando nos hallábamos en pecado no teníamos poder para hacer lo que es justo. Después de haber nacido de nuevo también carecemos de poder en nosotros mismos para alcanzar la justicia y la santidad. “Así que, queriendo yo hacer el bien, hallo esta ley: que el mal está en mí. Porque según el hombre interior, me deleito en la ley de Dios; pero veo otra ley en mis miembros, que se rebela contra la ley de mi mente, y que me lleva cautivo a la ley del pecado que está en mis miembros. ¡Miserable de mí! ¿quién me librará de este cuerpo de muerte? Gracias doy a Dios, por Jesucristo Señor nuestro. Así que, yo mismo con la mente sirvo a la ley de Dios, mas con la carne a la ley del pecado” (Romanos 7:21-25).

b) ¿Quién me librará? La Escritura nos dice que la victoria es de los que no luchan en base a sus esfuerzos personales; “Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte” (Romanos 8:1-2).

c) Por medio del Espíritu Santo, Dios llega a nuestro interior, y por su gracia nos libera de la ley del pecado y de la muerte, y nos capacita para guarda Su palabra. “Y si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús mora en vosotros, el que levantó de los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que mora en vosotros” (Romanos 8:11).

d) No solo debemos reconocer al Espíritu Santo y creer en él, sino darle la bienvenida a nuestra vida, y permitir que Cristo nos llene de él para vivir una vida victoriosa.

3. Enseña a los creyentes:

a) Antes de partir Jesús, prometió que el Espíritu Santo vendría para enseñarnos toda la verdad, y para capacitar a los creyentes para comprenderla y soportarla, “Aún tengo muchas cosas que deciros, pero ahora no las podéis sobrellevar. Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir. El me glorificará; porque tomará de lo mío, y os lo hará saber” (Juan 16:12-14). Esta promesa se cumplió después de Pentecostés.

b) Con nuestras propias energías y esfuerzos sin la ayuda del Espíritu Santo solamente leeremos palabras que no comprenderemos y andaremos desorientados y estériles.

4. Guía a los creyentes:

a) El gran problema de los creyentes es respecto al liderazgo. ¿Es el Espíritu Santo su líder, o tienen que guiarse ellos mismos?

b) La mayoría de los cristianos ya han hecho sus propios planes, tomado sus decisiones y le piden ahora al Espíritu Santo que bendiga su proyecto.

c) Le debemos permitir al Espíritu Santo que obre a través de nosotros lo que le plaza a Dios. “Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son los hijos de Dios” (Romanos 8:14).


5. Nos confirma que somos hijos de Dios:


a) Sólo nacemos como hijos de Dios cuando nacemos de nuevo por el poder de su Espíritu Santo. “El, de su voluntad, nos hizo nacer por la palabra de verdad, para que seamos primicias de sus criaturas” (Santiago 1:18).


b) La Escritura da testimonio de la paternidad de Dios hacia nosotros. “Y por cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su hijo, el cual clama ¡Abba, padre!” (Gálatas 4:6).


6. Nos capacita para administrar los diferentes dones y discernir[1]:

a) Al tener una vida de comunión ahora podemos administrar apropiadamente los diferentes dones que están prometidos para los creyentes. Lo que realmente importa es el fruto del Espíritu

b) La comunión estará marcada por una vida de oración, de estudio de las Escrituras y obediencia a la voluntad de Dios por medio de la dirección del Espíritu Santo. Si esto no se da solamente habrá presunción y orgullo carnal. Se pueden administrar dones en la carne y esto trae confusión.

c) Aunque alguien haya tenido una experiencia o inspiración fantásticamente maravillosa, si el fruto que produce no está de acuerdo con la Palabra de Dios ni con el fruto del Espíritu Santo, nunca podrá ser un fruto nacido del Espíritu de Dios.

d) Debemos ir madurando en Dios para discernir apropiadamente. “Pero el alimento sólido es para los que han alcanzado madurez, para los que por el uso tienen los sentidos ejercitados en el discernimiento del bien y del mal” (Hebreos 5:14).

e) Siempre debemos mirar al fruto, o a la verdadera naturaleza de una obra. El diablo, aunque se nos presente disfrazado de oveja, no puede esconder ni falsificar su carácter, él es:

i. Malo, quiere robar el amor, el gozo, la paz de las personas.

ii. Inmundo, es sucio, quiere que tengamos malos pensamientos cuando leemos la Biblia, lanza acusaciones falsas incontrolables, y levanta arrogantes pensamientos en las personas.

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