miércoles, 15 de diciembre de 2010

MINISTERIO DE LIBERACIÓN Y GUERRA ESPIRITUAL (PARTE 002)

"Mas vosotros sois linaje escogido,
real sacerdocio, nación santa,
pueblo adquirido por Dios,
para que anunciéis las virtudes
de aquel que os llamó
de las tinieblas a su luz admirable;..."
(1.Pedro 2:9)

La Santa Biblia nos orienta en varios pasajes del Antiguo y Nuevo Testamento sobre el concepto de nuestra "conversión". Dejar de vivir la vida vieja y comenzar a vivir la vida nueva. Dejar de ser pecadores llenos de concupiscencias y pasar a ser santificados por la obediencia a la verdad. Dejar de vivir en la oscuridad del reino de Satanás y comenzar a vivir en la luz del reino de Dios.

Eso ocurre exactamente e igual con todo ser humano sin excepción. Indiferente a cómo conoció el evangelio, cómo fue su experiencia, a que edad ocurrió... todos aquellos que verdaderamente se han convertido al evangelio de Jesucristo, pasan por lo que se llama el "NUEVO NACIMIENTO".

Cuando "nacemos de nuevo" ocurre exactamente como cuando nace un bebé. En un principio el bebé permanece en la oscuridad del vientre de su madre. Al nacer percibe la luz del mundo exterior e inmediatamente comienza el proceso de su crecimiento y caminar en su vida nueva.

Asimismo, el nuevo creyente que estaba sumergido en las tinieblas del pecado, al "nacer de nuevo" recibe la luz del evangelio y también comienza su crecimiento y caminar en su vida nueva, lo cual es su SANTIFICACIÓN.

El niño recibe día a día el alimento y la enseñanza que necesita (según su edad y capacidad de percepción de la vida y del mundo que lo rodea) para poder crecer sano y desarrollar todas sus facultades.

El nuevo creyente también recibirá el alimento y la enseñanza necesaria para su crecimiento y desarrollo: la comunión con el Cuerpo de Cristo (Iglesia), la práctica de la oración y el conocimiento bíblico. Comenzará entonces su proceso de crecimiento y madurez espiritual que le permitirá cada vez mayor percepción y entendimiento del mundo físico y espiritual que lo rodea.

Cuando aceptamos a Jesús le estamos diciendo NO a las tinieblas, y SI a la luz del evangelio. A partir de ese momento se ABRE nuestro entendimiento, comenzamos a VER las cosas espirituales. Nos sentimos interiormente diferentes y con sed de saber más sobre el asunto. Cosas que antes no entendíamos ahora las entendemos, cosas que nunca habíamos percibido ahora están siempre presentes, cosas que nunca nos interesaron ahora son el centro de nuestra curiosidad.

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